miércoles, 30 de abril de 2014
Blanca Noche en Múnich (por Raúl S. Saura)
Las noches históricas a veces se mascan y ocurren. Otras vienen sin esperarse. Anoche, después del 1-0 en el Bernabéu de la pasada semana, todos dábamos por sentado que podría pasar cualquiera de los dos, que el resultado sería un 2-1, 1-2 y pocos detalles decidirían quién ocuparía la plaza en Lisboa. Pero vimos otra cosa. Vimos una goleada, un espectáculo, una maravilla del fútbol de mano de los de blanco que realizaron de principio a fin un encuentro inmejorable, brillante y sin ninguna mácula. Las cosas como son, el Real Madrid fue ayer el mejor equipo del mundo ante todo un Bayern que sólo conservó el nombre. Como en la ida, los bávaros desplegaron un juego agotado, sin ideas, destrozado anímicamente. Los blancos, nada que ver con la ida, jugaron un fútbol que algunos nunca les hemos visto. Una ingeniería defensivo-ofensiva imparable ante la que un equipo menor nada puede hacer, como ocurrió ayer.
Ya desde un primer momento el conjunto de Guardiola, a quien le ha hecho mucho daño ganar la Bundesliga tan pronto, no dio muestras de querer darle la vuelta a la eliminatoria con Javi Martínez en el banquillo mientras Boateng pisaba el césped. Si bien el resto de la plantilla sí fueron los apropiados y previsibles. Lahm, no hace falta decirlo, volvió a la banda derecha. Los visitantes jugaron con su 11 titular, recuperando la BBC. Antes de comenzar el partido hubo un minuto de silencio en honor de Tito Vilanova y Boskov.
Comenzó a rodar el esférico sobre el Allianz Arena y ya desde ese mismo instante comenzó a correr bajo la tutoría blanca porque los merengues lucharon por el encuentro, por el gol, por el fútbol y ganaron la partida una y otra vez. No salieron a defender el resultado beneficioso y buscar alguna contra ocasional. No, quisieron meter un 7-0 pero en 90 minutos. Jugaron rápido, sabiendo unirse y entendiendo las necesidades del grupo. Defendiendo atrás de forma magistral, como medio y no como fin (así Carletto, así), el Madrid construyó su equipo hacia delante, la portería de Neuer. Su único objetivo en la cabeza, por el que lucharon sin descanso. Ya dijo Guardiola que pasaría el equipo con más ganar de disputar una final de Champions, no queda muy bien representado el noi. Pero no debe quedar bien representado, nadie duda de sus grandes virtudes como entrenador de fútbol, pero anoche no supo leer el encuentro y en el apartado táctico Ancelotti le comió la tostada de principio a fin, porque el Bayern fue en su propio estadio un muerto viviente.
Y, como se venía avisando y ya mereciendo, el Madrid elevó el primer tanto al marcador al cuarto de hora de remate de córner. RAMOS, ese héroe blanco anoche, saltó cual ángel y de cabeza lograba sellar el pase a la final de Champions de Lisboa. Y además, en un probable derbi madrileño. El Allianz Arena enmudeció al instante, la avalancha blanca comenzaba al dispararse la confianza y venirse a menos cada vez más las confianzas bávaras. Porque los alemanes estuvieron pero no jugaron, presentes pero ausentes, simples espectadores. Al poco de celebrar el gol, Dante, un jugador con quien CR7 hizo cuanto quiso, se vengó con una falta al tobillo que mereció roja y sólo fue amarilla. El luso, afortunadamente, pudo seguir jugando.
El Madrid, donde trabajaba todo el mundo y atacaba y defendía todo el mundo, asedió a todo un Bayern temido en Europa. La fiera pareció un gatito. Pero es que los blancos salieron a atacar y a por todas como algunos nunca habíamos visto. Y como prueba del poderío que digo, de nuevo el sevillano de Camas metió el balón a la red de remate. ¡En el minuto 20 el Madrid se imponía 0-2 en total sobre todo un Bayern! Aquella noche era histórica para el madridismo, ante la bestia negra arrasaron con el blanco.
El trabajo defensivo blanco fue (y uno no se cansa de decirlo) impresionante, sin una sola grieta a poder utilizar por un Bayer agotado y sin ideas que no pisó el área de Casillas (¿Götze, a todo esto, había muerto o qué?). Supieron jugar el encuentro perfecto.
0-3 a la contra en el minuto 33’ como correspondía. En tres toques, a pase de Bale, Cristiano Ronaldo fusiló para la portería de Neuer. Estaban para rematarles y lo hicieron, ¡qué incendio ni qué chorradas! Y además, al mínimo balón que cogieran buscaban el siguiente tanto, como debe hacerse. Y además (y no es una errata) el luso conseguía el récord en la historia de la Champions en goles por edición, con 15. El Madrid estuvo ayer INMEJORABLE y mereció pasar, mereció golear y mereció hacer historia como hizo.
Xabi Alonso vio amarilla al poco por entrada sobre Schweinsteiger y se perderá la final de Lisboa, una pena por el vasco. Pero, en parte gracias a él (y a todos porque su combinado actuó como una unidad en todo momento) los blancos jugaron el mejor fútbol que un servidor haya visto en muchas semanas. Y lo digo yo, que ya sabemos mis filias, pero ayer ganó el mejor equipo, el que estuvo sobre el campo, buscó los goles y el partido. Ganó el que mejor jugó además, porque el Madrid encontró la estética en Múnich y desde aquí sólo se les puede felicitar y esperar que no la pierdan.
Llegó el descanso, ya con el pescado vendido, el baño era irreparable y la afición muniqués lo asumía. Entró Javi Martínez por Mandžukic al inicio de la segunda parte, Guardiola renunciaba a la idea de remontar (imposible también) y prefería aguantar el chaparrón. Como pudiera porque los blancos en la segunda parte continuaron en su salsa, no como en los tiempos de Mourinho cuando, sólo con el primer tanto, ya hubieran aparcado el triple autobús.
Pep terminó por pagar no saber neutralizar las contras blancas, quién lo duda, las mejores del mundo y no supo arreglarlo. Pagó tener sólo el balón y no llegar a oler a Casillas y no supo arreglarlo. Pagó tener un equipo tan hundido y no supo arreglarlo. Pagó no tener la fe, la ambición ni la garra en toda la eliminatoria y no supo arreglarlo. Pagó tener incluso mejores jugadores en el banquillo y me siento tentado a decir que no quiso arreglarlo. Existen varios motivos para justificarle, como la muerte de su gran amigo, pero anoche el catalán no tuvo su noche. En el último mes han perdido toda furia y comienzan a dar el trabajo por hecho. Y se están condenando. Fuera de Europa, les queda la final de Copa tras la Liga. Una final ante el Borussia Dortmund que hace dos semanas les endosó un 0-3 también a domicilio. Pocas esperanzas les deben quedar. Hay que comprender, se trata de una liga nueva, un idioma nuevo, una cultura distinta; bastante ha hecho ya. Pero desde entonces, demasiado poco. El gran derrotado en la histórica noche de ayer. Su descenso colina abajo les ha condenado, sólo ha hecho falta una avalancha blanca para que el mundo lo sepa. Gracias al Real Madrid en Europa perdemos miedo a este equipo.
Un desaparecido Ribéry vería descanso por Götze, como Müller por Pizarro a falta de apenas 18 minutos. Ramos, el mejor del partido con dos goles y sancionado con una tarjeta, sería cambiado por Varane al poco. Isco también ingresaría mientras Ramos, Di María y otros héroes vieron descanso, ya sin nada que hacer y la presión bastante reducida.
Aún así, llegó el cuarto coronador de mano de Ronaldo, como no podía ser de otra manera. Cerró un partido para recordar en el 45’ del segundo tiempo.
Nadie, jamás en la historia, hubiera imaginado el guion esta película. Un equipazo ganador se impuso sobre otro como un ganador, como un digno merecedor de la final de Champions. Impresionante y pasará factura a Guardiola, aunque eso lo dejamos para otro día. Al parecer le he traído mala suerte a su equipo pero no me apena lo más mínimo. Señoras y señores, un culé confeso e irredento se alegra como aficionado por el Madrid ayer porque merecieron con creces su abultado éxito.
¡Buena suerte en la final! Y enhorabuena al arquitecto de todo esto, Ancelotti que ha conseguido, por primera vez, traer una blanca noche a Múnich.
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