Por Raúl S. Saura
La derrota en el Bernabéu ante el máximo rival no quedó en una simple pérdida de puntos ni en una contrariedad anímica. También puede servir para remarcar contundentemente una serie de errores o fallos vistos en el nuevo Barcelona de Luis Enrique hasta entonces más o menos percibidos y ayudar a corregirlos para que no se repitan, para no caer ante los rivales importantes. Para recomponerse y salir a ganarlo todo antes de firmar otra campaña mediocre y azotar aún más la conciencia culé. Ningún problema es irreparable y con trabajo y atención se soluciona, siempre y cuando haya alguien dispuesto a acabar con él. Confiando en que esa persona exista y que vaya a leer esta entrada, lo que queda por hacer en este Barça para volver a hacer de él el todopoderoso equipo que fue se resumiría en la corrección de los siguientes aspectos del juego. Allá van:
El problema de la defensa
Este ni sorprenderá ni extrañará. Desde la marcha de Guardiola, obsesivo planificador de la táctica, y las lesiones de Puyol, la defensa culé deja mucho que desear. Además, desde entonces ha abandonado (no de la mejor manera posible) el barco uno de los que mejor funcionaban ahí: Víctor Valdés. Claudio Bravo y Marc-André Ter Stegen han ocupado su lugar y aunque no llegan a su nivel por el momento, no hay nada preocupante que un mayor recorrido en la portería del Camp Nou no pueda subsanar.
No, el principal problema de la zaga tiene nombre y apellido: Gerard Piqué. El 3 azulgrana ha fallado a la hora de erigirse en nuevo líder de la defensa tras la marcha del gran capitán. Desde hace tres años no es si no una patética sombra de lo que fue, en el césped se le ve desconcentrado, mal colocado, despistado, lento al cruce, con gran número de errores como la mano del sábado pasado y la lista es larga. Dejando a un lado su vida personal, a Piqué aún le queda mucho para convertirse, por méritos propios, en alguien de relevancia dentro del equipo. Por más culé que sea, por más familiares que tenga en el organigrama en Can Barça, la opción de venderlo a la Premier League ha dejado de ser un tabú entre la afición para convertirse en una petición. A día de hoy, ni está ni se le espera.
En cuanto a los demás, tampoco pasan por su mejor momento pero sus defectos palidecen en comparación con Gerard. Bartra promete, pero las pocas ocasiones durante los últimos años alertan a muchos, se teme un nuevo caso Bojan tanto para él como para Montoya en la banda derecha. Preocupa que estos jugadores no estallen al no contar con minutos y perder estas promesas de futuro es lo que menos conviene con un sanción antifichajes de por medio. Mathieu, pese a ser el último en llegar, el primer central en cinco años, sí puede presumir de contar con una situación de privilegio con respecto a los dos anteriores. El entrenador sí cuenta con él y le concede minutos que se ha ganado a pulso. Ya nadie recuerda cuánto costó su fichaje y se asume que al hablar de él se habla del primer central del Barça aunque en otras épocas hubiera sido el cuarto. Su capacidad para jugar de lateral izquierdo le hace ganar puntos. Jordi Alba y Alves tienen mucho que mejorar y muchos espacios atrás. Aunque uno tenga como excusa las lesiones y el otro la edad, el estado físico de ambos deja mucho que desear y muchos se preguntan si no deberían ver los partidos desde la grada en favor de Adriano y Montoya, que dan más confianza. De Douglas y Vermaelen poco o nada se ha visto y no debemos juzgar, pero sus trayectorias antes de recalar en Barcelona no invitan a confiar de que se traten de los nuevos Thiago Silva.
En defensa, en resumen, no se conoció la revolución de plantilla prometida para el verano y ahora se puede pagar sin incorporaciones. O Luis Enrique consigue motivar a estos jugadores para que ofrezcan su mejor versión o harán aguas (y, de nuevo, espacios atrás) ante el primer ataque rival serio.
La edad del centro del campo
La realidad es un hecho y la sala de máquinas culé ya no brilla tanto como antes. Las decisiones de los últimos años de dejar marchar a los Touré Yaya, Cesc Fàbregas y Thiago Alcántara no sientan de nada bien y hay que admitir que la treintena se nota en Xavi Hernández y Andrés Iniesta, los dos capitanes. Sus destellos, aunque aún haya, no destacan en número tanto como antes y parte de los fallos del último año pueden achacarse a la pérdida de velocidad en esa zona como si los pases ya no fueran ni tan buenos ni tan rápidos. Como si los cerebros de los jugadores quedara algo embotado y ahora equipos como Bayern, Chelsea o Real Madrid presentan una serie de centrocampistas que pasan por un momento infinitamente mejor y tienen calidad para mantenerse en la cima. Rakitic y Rafinha (más que Sergi Roberto, cuyas últimas actuaciones en el Camp Nou han pasado bastante desapercibidas) tranquilizan, pero difícilmente conseguirán alcanzar el nivel anteriormente visto por estos genios.
Busquets, todavía joven, tampoco pasa por su mejor momento y su falta de concentración, sus problemas físicos, condicionan mucho al equipo que lo necesita en buena forma antes que a Messi. Seguramente se trate de una etapa transitoria y vuelva a demostrar su control, organización y construcción del equipo de atrás a adelante y viceversa. El problema reside en quién habrá de sucederle una vez la edad empiece a hacer efecto, porque en su caso no se conocen herederos dignos de hacerle sombra. Sólo Javier Mascherano, mayor que él y que además de jugar de central y mediocentro también podría hacerlo de lateral y hasta portero si quisiera. Él es el auténtico capitán del centro del campo y de la defensa, omnisciente. Inmenso. Se parte la cara en cada partido y eso le ha hecho ser considerado el mejor del Barcelona la temporada pasada y (de manera no oficial) del Mundial de Brasil. Cuenta con toda la confianza de Luis Enrique, que lo ve como su extensión sobre el campo: decidido, valiente, incansable.

La incógnita del ataque
El fichaje de Neymar el año pasado despertó mucha expectación entre la afición, pero costó en comprender por qué. Al brasileño le costó arrancar cuando no le paraban las lesiones o cuando a Leo Messi (su supuesto compañero de espectáculos) no le daba por aparecer, perdido en su nube. La ansiada conexión quedó en stand by por un tiempo, aunque ahora nadie duda de que son capaces de buscarse, encontrarse y apoyarse en el otro para marcar. Este encuentro es una de las mejores noticias de este curso. Sin embargo, aún no se les ha visto teniendo juntos una gran noche: pueden marcar cada uno un gol por partido, pero ya no dos o tres porque se preocupan por pasar al otro para no ofender. Neymar ha decidido no buscar al argentino obsesivamente como antes y decidir en base a las circunstancias. Messi, pese a estar más participativo que anteriormente, no aporta tantos goles como en sus mejores tiempos y las grandes exhibiciones quedan atrás hasta nueva noticia.
Que puede ser, si no condenación, la llegada de Luis Suárez. El charrúa, uno de los mayores delanteros del globo, ha llegado para convertir la conexión en un tridente brutal. Aunque solo sea por los nombres, asustan a cualquier defensa y es obvio que el entrenador ha ido organizando el equipo para dar cabida al nuevo 9. Si conseguir que dos se encontraran costó, ya tres puede suponer esperar más tiempo de lo que muchos están dispuestos. Aún así, parece ser de momento la única opción, esperar para ver tres cracks juntos triunfar. Tienen todos los visos para ello pero no hay que soltar campanas al vuelo cuando no se les ha visto realmente jugar.
Luis Enrique
Su personalidad ha impregnado tanto este equipo que no podíamos olvidarlo. Tras un entrenador dialogante y pacífico como el Tata Martino, se vio en él a un revulsivo dentro del vestuario para conseguir sacar de unos futbolistas agotados su mejor versión una vez más. Se le fichó tanto como entrenador como motivador y algo comienza a notarse de su influencia, pero varios acontecimientos le han lastrado un tanto. Perder ante dos grandes rivales como PSG y Real Madrid ha llevado a señalar que ante equipos de entereza, con carácter y poderío como él, se pierde y no sabe cómo reaccionar. Como si le acogotara comprobar que alguien más también tiene un par de huevos. Ahora, a punto de medirse ante el Celta, su exequipo, también con las ideas muy claras, es hora de que demuestre si tiene madera para convertirse en un gran entrenador o se quedará a mitad del camino.
Hay quien dice que no lo conseguirá, pero algunos recuerdan que el año pasado con los celestes le costó dar con la tecla hasta que lo hizo y maravilló con los de Vigo. Ahora le toca demostrar que es capaz de hacer lo mismo en la liga de los grandes. De querer él, los demás problemas del equipo se irán solucionando antes o después. Si no, la travesía culé por el desierto continuará con una bala menos en la recámara. Ya se barajan nombres para sustituirle en caso de que las cosas no vayan bien (debemos ser conscientes de que de haber perdido Gerardo Martino ante PSG y Madrid como él ya le hubieran cortado la cabeza y sobre Luis Enrique sólo hemos escuchado timidos murmullos por el momento) y que se encuentran en Francia, Alemania e incluso Inglaterra. Y no son los que tienen un pasado en el club.
En definitiva, estos son, grosso modo, los fallos de este equipo. Los errores a corregir para volver a colocarlos en lo más alto allá por donde vayan. ¿Y tú, estás satisfecho con nuestro diagnóstico? Dínoslo en Twitter a @RespirasFCB.
Que puede ser, si no condenación, la llegada de Luis Suárez. El charrúa, uno de los mayores delanteros del globo, ha llegado para convertir la conexión en un tridente brutal. Aunque solo sea por los nombres, asustan a cualquier defensa y es obvio que el entrenador ha ido organizando el equipo para dar cabida al nuevo 9. Si conseguir que dos se encontraran costó, ya tres puede suponer esperar más tiempo de lo que muchos están dispuestos. Aún así, parece ser de momento la única opción, esperar para ver tres cracks juntos triunfar. Tienen todos los visos para ello pero no hay que soltar campanas al vuelo cuando no se les ha visto realmente jugar.
Luis Enrique
Su personalidad ha impregnado tanto este equipo que no podíamos olvidarlo. Tras un entrenador dialogante y pacífico como el Tata Martino, se vio en él a un revulsivo dentro del vestuario para conseguir sacar de unos futbolistas agotados su mejor versión una vez más. Se le fichó tanto como entrenador como motivador y algo comienza a notarse de su influencia, pero varios acontecimientos le han lastrado un tanto. Perder ante dos grandes rivales como PSG y Real Madrid ha llevado a señalar que ante equipos de entereza, con carácter y poderío como él, se pierde y no sabe cómo reaccionar. Como si le acogotara comprobar que alguien más también tiene un par de huevos. Ahora, a punto de medirse ante el Celta, su exequipo, también con las ideas muy claras, es hora de que demuestre si tiene madera para convertirse en un gran entrenador o se quedará a mitad del camino.
Hay quien dice que no lo conseguirá, pero algunos recuerdan que el año pasado con los celestes le costó dar con la tecla hasta que lo hizo y maravilló con los de Vigo. Ahora le toca demostrar que es capaz de hacer lo mismo en la liga de los grandes. De querer él, los demás problemas del equipo se irán solucionando antes o después. Si no, la travesía culé por el desierto continuará con una bala menos en la recámara. Ya se barajan nombres para sustituirle en caso de que las cosas no vayan bien (debemos ser conscientes de que de haber perdido Gerardo Martino ante PSG y Madrid como él ya le hubieran cortado la cabeza y sobre Luis Enrique sólo hemos escuchado timidos murmullos por el momento) y que se encuentran en Francia, Alemania e incluso Inglaterra. Y no son los que tienen un pasado en el club.
En definitiva, estos son, grosso modo, los fallos de este equipo. Los errores a corregir para volver a colocarlos en lo más alto allá por donde vayan. ¿Y tú, estás satisfecho con nuestro diagnóstico? Dínoslo en Twitter a @RespirasFCB.

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